UN
GATO EN PARÍS
Dino es un gato que lleva una
doble vida. Ya que en el día, vive y aparenta ser como cualquier gato perezoso,
que solo pasa durmiendo y comiendo, pero además dándole cariño y llevándole
insectos a Zoé una niña que vive sin
pronunciar ni una sola palabra, al parecer porque su madre no le presta
atención, pues es policía y no tiene mucho tiempo para dedicarle a
ella.
Por otra parte Dino en la
noche se refugia y ayuda a Nico un astuto ladrón, que asalta joyerías, trepando
y saltando por los tejados de la ciudad para evitar que lo atrapen.
Jeanne, una comisaria de policía,
tiene que perseguir al compañero de Dino, autor de varios robos de joyas;
además debe vigilar el Coloso de Nairobi, una gigantesca estatua codiciada por
Víctor Costa, el culpable de la muerte de su marido.
Zoé descubre a la banda de
Costa, en la cual también participaba su niñera, secuestraron a la niña, pero
Nico fue a salvarla junto con Dino, ese cariño que le propiciaron fue motor
para que esta niña volviera a hablar.
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